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Morente, Boronía y Vincent Moon


Este fin de semana ha sido intenso en actividades, máxime cuando si me apuran comenzó el jueves en lugar del viernes, así que necesitaré toda la semana para reponerme. Así son las cosas de la vida disoluta.

Una de los eventos que no quería dejar de contaros es la presentación del Libro de Morente, organizada en esta ocasión en Sevilla por la revista Boronía. El acto nos reunió en la Iglesia de Santa Lucia, antigua sede del Espacio Iniciarte, donde todos los pensamientos y palabras expresadas fueron un sentido homenaje al artista Enrique Morente. La presentación contó en su momento final con la actuación flamenca de Tomás de Perrate al cante y Antonio Malena y Malena Chico a las guitarras, instante que recoge la imagen que os muestro.



Pero vayamos por partes, en primer lugar Boronía, una revista de creación cultural que se publicó entre 1988 y 1989 y que sufrió un silencio posterior de 20 años. La voluntad y el tesón de su actual director, Gabriel Núñez, ha conseguido que renazca con fuerza en estos tiempos nada fáciles para estas cuitas y que esta pequeña obra de arte, tan emparentada con el libro por su cuidado formato, al que da gusto no sólo leer sino tocar y oler, renaciera en el 20o9, contando ya con cuatro números en la calle en su nueva etapa. A finales del año pasado vio la luz un Especial Flamenco, que resultaría el germen, madurado con la triste muerte de Enrique Morente, de publicar una revista dedicada a este maravilloso artista.


La presentación se apoyó en otro excelente artista francés, Vincent Moon, un realizador que ofrece su talento de forma abierta en Internet, divulgando magníficas creaciones visuales desarrolladas muchas de ellas espontáneamente en lugares inusuales. Denominadas  por él mismo como "Take Away Shows", se fueron alojando en la web La Blogothèque, un lugar donde compartir experiencias musicales de todo tipo y que todo melómano sin duda conocerá. En sus pequeñas historias visuales, Moon es capaz de desentrañar la esencia más profunda de cada músico con el que trabaja. Lo ha hecho con los mejores, entre ellos por citar a algunos Arcade Fire, R.E.M, The National, Bon Iver, The Divine Comedy, Animal Collective... y como no, el maravilloso Morente. Una muestra más de la conexión tan especial que tenía este artista flamenco con el arte y la creación contemporánea, nada era ajeno a  a su maravilloso olfato artístico, la transgresión era uno de sus dogmas y su lucha constante por situar el flamenco siempre unido a la cultura y el arte. Huía de los clichés y los tópicos que penosamente se han colgado a este arte tan profundo y visceral, tan salido de las entrañas del ser humano. Esa fue una de las razones por las que tuvo la virtud de conectar con el público más variopinto: con poetas, con rockeros, con cineastas, pintores...

Ver el vídeo de Moon con Morente desgarrándose en quejidos nos puso los pelos de punta. Os voy a pedir que lo escuchéis en silencio, tranquilos. La mezcla del sordo sonido de sus palmas y el eco que producen, la preciosa instrumentación andalusí, la atmósfera que logra recrear el realizador con ese manejo de luces y sombras tan maravilloso en ese viejo edificio árabe de Granada y la aparición al final de la grabación de la hija del artista, Soleá Morente. Si estáis vivos os llegará al tuétano. No es necesario ser entendido en flamenco para temblar ante este vídeo, ni andaluz, ni español, ni tan siquiera del planeta Tierra, si tienes vida tienes que temblar. 




Revista Boronía http://boronia.es/
Otros vídeos de Vincent Moon http://vimeo.com/vincentmoon/videos
Web de Vincent Moon http://www.vincentmoon.com/
La Blogothèque http://www.blogotheque.net/

Felah-enkum





Ojos cerrados. Puedo escuchar a lo lejos el cantar de los campesinos, reflejo de su tristeza, del dolor de su pérdida. Primero fue la renuncia pública a su religión e identidad, obligados por unos católicos reyes a ser bautizados y convertirse a otra fe. Dejarían de ser  llamados musulmanes para pasar a ser simplemente moriscos. Un siglo después,  aquella medida ya no sería suficiente y un aciago día  tuvieron que partir precipitadamente, dejando atrás la mayoría de sus pertenencias. Más de 800 años en los que sus antepasados nacieron, vivieron y murieron en esta tierra, quedaban en el olvido, su arraigo ya no era pasaporte de lugar alguno. Muchos emigraron a Turquía, otros al Norte de África, también cruzaron el Atlántico, en busca de ese Nuevo Mundo quizás más tolerante con ellos, pero hubo moriscos andaluces, los granadinos, que amaban tanto este suelo  que no podían soportar el dolor de abandonarlo. Dicen que huyeron hacia las cuevas y allí fueron bien recibidos por los gitanos que las habitaban, mezclándose con ellos, encargándose de arar y sembrar la tierra que el pueblo que los acogía no sabía trabajar.

Cuentan los historiadores, los más románticos, que el Felah-Enkum (canto de los campesinos) nació de la mezcla de los cantares y los quejidos de ambos pueblos. El Medio y el Extremo Oriente fusionaron sus sangres a orillas del Guadalquivir, danzas orientales y reminiscencias de bailes del norte de la India, aquellas que el pueblo gitano trajo consigo siglos atrás a Europa, se mezclaron; movimientos de vientre en unas y de brazos en otras, quedaron para siempre unidos en un matrimonio de perfecta simbiosis. La semilla había germinado y el devenir de la historia seguiría haciendo de las suyas, transformando, evolucionando, aportando danzas, sentidos y usos de otros pueblos que pasaban o se quedaban en esta hermosa tierra.

Continúo con los ojos cerrados y siento el vértigo de la historia que me sobrecoge, la de un pueblo al que pertenezco rico en cultura y en expresividad, vibro con esa música de hermoso nombre, F L A M E N C O, me gusta pronunciarlo. De una manera extraña,  sin necesidad de ser experta, su ricos sonidos me atrapan, me elevan los sentidos, los escucho quieta, en silencio, me transportan, me reconcilian con lo que soy y con el lugar al que pertenezco, es el milagro y el poder que tienen las músicas con alma.


Abro los ojos y estoy en el Patio de los Naranjos de la Mezquita de Córdoba, la que construyeron los poderosos Omeyas, su alminar vestido de  torre barroca nos observa desde arriba, guarda orgulloso secretos que nunca conoceremos, lo envidio.  Es la Noche Blanca del Flamenco, suena el hermoso piano de David Peña Dorantes, el aroma del azahar impregna la fresca madrugada, hay magia en el aire y desde todas las plazas de la ciudad se oye el eco de los Felah-Enkum.


David Peña Dorantes - Sur

David Peña DORANTES, compositor y pianista sevillano, nace en Lebrija en el seno de un familia dedicada al Flamenco: su abuela María "La Perrata"; su padre Pedro Peña; su tío carnal Juan Peña "El Lebrijano"; Fernanda y Bernarda de Utrera, Diego Carrasco, El Turronero, Pedro Bacán, Bambino, etc., llegando, por ejemplo, sus raíces hasta los legendarios Mercé La Serneta y Tomás El Nitri. En 1996 su trabajo "Orobroy" fue todo un éxito de crítica y público, siendo considerado un flamenco del siglo XXI. El tema de la entrada pertenece a su segundo trabajo "Sur" (2002)
 
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