Maticemos, no han sido las sillas embrujadas las culpables de mi prolongada ausencia, solamente me retuvieron algunos minutos, pero sus efectos han sido abracadabrantes. Me explico con más precisión.
En los cálidos meses de verano visité el Museo Vostell en la localidad cacereña de Malpartida, que debe su nombre a su fundador, el artista alemán Wolf Vostell, fallecido en 1998 y precursor del Happening (una especie de performance-art que estimula la participacion del espectador en la obra), del movimiento Fluxus (también llamado anti-arte) y las video instalaciones, siendo además el descubridor de la técnica del Dé-coll/age. El amor unió la vida de este artista a una extremeña y de ahí su curiosa relación con la región, y su deseo de ligar su obra para siempre a este territorio. Ya en los inicios de los 70 quedó sorprendido por el paraje natural de los Barruecos de Malpartida y lo declaró “Obra de Arte de la Naturaleza”, proyectando entonces la idea de instalar aquí un museo donde el arte y la naturaleza quedaran fusionados, lo que en 1976 se haría realidad.
Vostell fue un peculiar personaje que trabó amistad con algunos de los artistas más influyentes de su época (Ernesto de Sousa, George Brecht, Andy Warhol, etc.). Precisamente, la foto de cabecera muestra su encuentro con Salvador Dalí, quien le pidió una obra para su museo de Figueras, realizando el alemán “El Obelisco de la Televisión”. Al mismo tiempo, el artista catalán autorizó a Vostell para que realizara en su museo “El Telón de Parzival”, un ambiente ideado por Dalí en los años 20.
"Telón de Parvizal" (1988)
Lo que más sorprende al llegar al Museo Vostell es el emplazamiento en el que se encuentra, no solo la peculiar geología de la zona, con unos enormes monolitos en forma de esferas como si de un paisaje lunar se tratara, sino también por el edificio en sí, un antiguo lavadero de lanas de 14.000 m2 de extensión del siglo XVIII, que se situó aquí aprovechando las ventajas para la retención del agua del río Salor en esta zona y el paso de ovejas trashumantes. Sin duda, el contraste que produce las surreales instalaciones de arte en movimiento y las video-instalaciones con la piedra y la estructura del edificio, es parte de su atractivo.
Parte del antiguo lavadero de lanas
En el museo podemos contemplar tres zonas diferenciadas: la colección de Wolf Vostell, donde se suceden las etapas más representativas del autor y en la que abundan las instalaciones realizadas con automóviles, monitores de tv, motocicletas, y todo tipo de aparatos fetiches de la sociedad consumista; la colección Fluxus, que el coleccionista Gino di Maggio, muy vinculado a Vostell, donó al museo en 1996 con obras de artistas conceptuales pertenecientes a los movimientos Happening y Fluxus; y el Centro de Interpretación de las vías pecuarias e historia del lavadero de lanas.
del antiguo lavadero de lanas
Un punto en contra del museo, está prohibido terminantemente filmar o fotografiar el interior, algo que en estos tiempos de auge de la comunicación inmediata y las redes sociales me parece un gran error, pues lo único “malo” que podría provocar sería el conocimiento de esta colección por más personas y su deseo de querer visitarla, de hecho muchos museos de gran renombre como el MoMA, se han enganchado a los nuevos tiempos permitiendo hacerse incluso fotografías junto a las obras. Ese es el motivo por el que las fotos que veis del interior están tomadas de la web del museo, siendo mías las de exteriores en las que veréis algunas obras de Vostell integradas en plena naturaleza, donde continúa con la superposición de coches y aparatos electrónicos y usa sobre todo el hormigón como metáfora de la soledad y el aislamiento del ser humano. Con todo esto, no llego a comprender el título de la obra que abajo muestro y una de las más visuales del artista, que alguien me ilumine.
"Por qué el proceso entre Jesús y Pilato duró solo dos minutos?" (1996)
"Coche y hormigón" (1978) - Integrada en los Barruecos
En la zona reservada a la colección Fluxus, nos llamaron especialmente la atención cinco extrañas sillas de diferente diseño y calado con una leyenda bien distinta cada una. En una de ellas estaba prohibido sentarse, se encontraba rodeada de cadenas para impedirlo, todos sus dueños habían muerto en extrañas circunstancias y relataba lo que había acontecido a cada uno de ellos; otra, de estilo más modesto, parecía haber dotado de gran riqueza a todo aquél al que había pertenecido, aconsejaban sentarte descalzado por diez minutos en ella centrándose en ese deseo. Y así sucesivamente, la fama, el atractivo irresistible y el éxito personal, cada una de las sillas contaba la historia de sus dueños y del sorprendente y similar destino. Ni que decir tiene que nos sentamos en cada una de ellas, a excepción del mortal asiento (total como según Monsieur Sorokin y sus amigos mayas, el mundo acaba el 14 de octubre de 2011... ) y alguna ha empezado a hacer algún que otro efecto en nuestros cuerpos y vidas... pero eso es un secreto que nos llevaremos al tumba. Prometí explicarme detalladamente, pero todo tiene su límite.
Para concluir, vuelvo a Vostell para comentaros que todos aquellos interesados en profundizar en la obra y vida de este singular artista, pueden encontrar una completa memoria en "Mi vida con Vostell. Un artista de vanguardia" escrito por la que fue su esposa, Mercedes Guardado y publicado hace unos meses por La Fabrica Editorial.
Para concluir, vuelvo a Vostell para comentaros que todos aquellos interesados en profundizar en la obra y vida de este singular artista, pueden encontrar una completa memoria en "Mi vida con Vostell. Un artista de vanguardia" escrito por la que fue su esposa, Mercedes Guardado y publicado hace unos meses por La Fabrica Editorial.