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La luz del Algarve



Para los que vivimos en la Andalucía Occidental resulta familiar y bastante frecuente, cruzar de vez en cuando la frontera hacia Portugal. En poco más de una hora desde Sevilla, y en mucho menos desde Huelva y su zona de playas, estaremos en el Algarve. Son las ventajas de vivir en zona fronteriza, como también les ocurre a extremeños, castellano-leoneses y gallegos con el país lusitano. Con solo atravesar el río Guadiana por Ayamonte, nos espera una tierra luminosa, generosa y espléndida, con esas bellas fachadas con puertas y ventanas que no puedo parar de fotografiar, que nos acoge con los brazos abiertos. Tengo muchos amigos de este hermoso país y siempre destacaré su carácter amable, gentil, y sobre todo la suavidad que tienen en el trato y al hablar,  por contraste con el carácter más extrovertido y "gritón" del andaluz, del que aunque yo forme parte también, a veces necesito desconectar.  


Puertas y fachadas de Olhão, y un rico arroz con pulpo


Hace algunos días, aprovechando el día festivo y alguno más de asueto, crucé la fluvial frontera natural para disfrutar de un cielo azul maravilloso, de la mencionada amabilidad de sus gentes y como no, de su rica gastronomía, que tiene como característica esencial utilizar la cataplana, una olla plana y doble de latón, típica de la zona, que da nombre a muchos guisos de arroz, marisco y pescado donde el cilantro fresco es el  aderezo protagonista. Hacía años que había probado un delicioso arroz con pulpo con esta hierba, me lo preparó una amiga lisboeta, y al verlo en la carta en el Algarve lo tuve claro, marchando una olla de arroz  para todos, ¡por favor! 

Campanarios, cigüeñas, playas y cataplanas de Faro


En Sevilla caía el diluvio universal y aunque parezca increíble, a 150 km de distancia me encontré con esta luz que muestran mis fotografías. A pesar de ello, la temperatura no acompañaba para remojarse en sus playas, o será también que yo soy muy friolera y necesito que el termómetro supere los 30º, por eso he prometido volver en dos semanas, necesito escuchar de nuevo ese suave "Bom dia" y que me despidan con un atento "Obrigado", y sí lo reconozco, volver a pedir ese arroz con pulpo.

 
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