Con esta entrada, más visual que otras, os invito a realizar un pequeño recorrido por la Puglia. Espero que os seduzca lo suficiente como para iniciar algún día un viaje por este bello rincón del suroeste de Italia, el llamado tacón de la bota. Pero antes un pequeño desvío, pues si voláis hasta Bari, la capital, os recomiendo salir de la frontera de la región y dar un salto a Basilicata, la región vecina, ya que una de sus ciudades más hermosas, Matera, está prácticamente en el límite entre ambas, merece realmente la pena y el trayecto es algo menor de 70 Km. Vamos a cruzar pues...
Si hay algo que viene a la cabeza inmediatamente al contemplar la parte antigua de la ciudad de Matera, desde uno de sus muchos miradores, es "¿estoy en Oriente Medio o en Europa?". Realmente asombroso el parecido con la imagen de Jerusalén que tengo grabada, jamás he estado allí, pero la televisión y el cine han hecho de las suyas y después he podido comprender por qué tenía esa sensación de "déjà vu" constante, ya que un buen puñado de películas bíblicas se han rodado aquí: "El evangelio según San Mateo" de Pasolini (1964), "Rey David" de Beresford, "La Pasión de Cristo" de Mel Gibson (2004), "Natividad, la historia" de Hardwicke (2006). Es decir, que quizás las imágenes de Jerusalén que siempre he tenido en mente hayan sido en realidad las de la ciudad italiana.
Volvamos a la Puglia, a la
pintoresca Alberobello situada en el Valle de Itria, con sus
características construcciones cilíndricas de piedra pintada de
blanco, los trulli, rematadas por un techo cónico. Por su aspecto pensaba
que databan de una época más remota, aunque se especula que
probablemente sean la herencia de construcciones prehistóricas
similares, pero parece ser que el asentamiento actual se sitúa entre
los siglos XVI y XVII, y que su singular forma, en un primer momento no era más que una
forma de evasión de tributos. Curioso, pues parece que con solo retirar una
piedra, el techo se venía abajo íntegramente. Así cuando el cobrador de impuestos del señor feudal se aproximaba tan
solo divisaba un simple montón de piedras. ¿Realidad o fábula?. Me llamó también la atención, aparte de su particular diseño, los símbolos pintados en los tejados que me recordaban tanto a los celtas: soles, corazones, cruces... toda una
mágica sugerencia que más de un historiador ha reventado diciendo que era una forma de identificar al constructor y
el poder adquisitivo de la familia (la plata señores, siempre la
plata...)
Pasamos por Lecce rebosante de edificios barrocos, estilo que la hace insignia de la Italia barroca, de ahí que se la llame la Florencia del Sur. Ciudad señorial cuajada de palacetes e iglesias de piedra blanca y luminosa, pero con rincones también íntimos y anónimos como los que muestro en estas imágenes. Sus habitantes tienen fama en toda la región de ser sofisticados y muy refinados en sus gustos.
Y para concluir Gallipoli, que me recordaba tanto a Cádiz en su zona de la Caleta (vean la imagen de la playa de abajo y hagan semejanzas), con parecida construcción fortificada y muralla; y también en las sensaciones, en los colores y olores marinos prácticamente hermanos. Fue delicioso pasear por esta pequeña y blanca ciudad que mira al Mar Jónico, entretenerme en sus puestos de artesanía y comida, donde se vendía la pasta típica de la región, los orecchiette, llamados así por su forma de pequeñas orejas. Cuál sería mi sorpresa cuando a la vuelta y aún seducida por la semejanza entre ambas ciudades costeras y sureñas, encontré este artículo en La Voz Digital de Cádiz (ver link). Curiosamente, como ya he visto en otras ciudades del Mediterráneo, su centro histórico y parte más antigua, está en una pequeña isla de origen calcáreo, unida en este caso al continente por un puente del siglo XVII (también Siracusa en Sicilia tiene esta particularidad).
Y para concluir Gallipoli, que me recordaba tanto a Cádiz en su zona de la Caleta (vean la imagen de la playa de abajo y hagan semejanzas), con parecida construcción fortificada y muralla; y también en las sensaciones, en los colores y olores marinos prácticamente hermanos. Fue delicioso pasear por esta pequeña y blanca ciudad que mira al Mar Jónico, entretenerme en sus puestos de artesanía y comida, donde se vendía la pasta típica de la región, los orecchiette, llamados así por su forma de pequeñas orejas. Cuál sería mi sorpresa cuando a la vuelta y aún seducida por la semejanza entre ambas ciudades costeras y sureñas, encontré este artículo en La Voz Digital de Cádiz (ver link). Curiosamente, como ya he visto en otras ciudades del Mediterráneo, su centro histórico y parte más antigua, está en una pequeña isla de origen calcáreo, unida en este caso al continente por un puente del siglo XVII (también Siracusa en Sicilia tiene esta particularidad).
Y para concluir, hoy me voy a lanzar con una receta de pasta acompañada de verdura. La Puglia es considerada la huerta y el granero de Italia, lo cual se traduce es una cocina muy mediterránea y fresca. Los orecchiette ai broccoli es uno de sus platos más típicos y además de estar exquisitos, son rápidos y fáciles de hacer y no necesitan de complicados ingredientes, además consiguen que niños y adultos no muy amantes de las verduras se las coman sin chistar, al quedar todo como una salsa integrada. Lo peculiar de este plato es que la pasta se cuece en el agua en el que ha hervido previamente la verdura, aportándole color, aroma y sabor. Esto lo experimenté también con una receta siciliana que pronto os dejaré por aquí. Los orecchiette de la imagen los hice ayer en poco más de media hora, eso sí, menos tardé en zampármelos...
Hasta la próxima.
Hasta la próxima.