Una de las cosas que más sorprenden del Norte de Portugal, al menos a mi me sorprendió, es la gran cantidad de arquitectura urbana contemporánea que podemos admirar en sus ciudades. Recordemos que uno de los mejores arquitectos portugueses y de gran fama mundial, Álvaro Siza (premio Pritzker de Arquitectura en 1992), procede de Oporto. No podemos olvidarnos tampoco de Eduardo Soto de Moura, también nacido en la ciudad. He podido admirar en varias puntos del norte del país edificios de gran belleza construidos por ambos genios, como es el caso de la Biblioteca Municipal de Viana do Castelo o la Fundación Serralves de Oporto, obras ambas de Siza, y un puñado de construcciones civiles en Braga a cargo de Soto de Moura. Pero en esta entrada me voy a ocupar de un edificio muy especial de Oporto y que poco a poco se ha ido constituyendo en un emblema y atractivo más de la ciudad, se trata de la Casa da Música.
Este imponente edificio que alberga varias salas de conciertos y es sede de tres de las orquestas de la ciudad, no fue diseñado por un portugués sino por el roterdamés Rem Koolhaas. La idea surgió de una especie de trueque de talentos arquitectónicos entre las ciudades de Oporto y Rotterdam con motivo de su capitalidad cultural compartida en el año 2001. El mencionado Siza diseñaría un edificio en la ciudad holandesa y el prestigioso arquitecto holandés sacaría adelante el proyecto de la Casa de la Música de Oporto. Por supuesto, como toda obra de esta envergadura suele llevar parejo, estuvo rodeada de polémicas y problemas presupuestarios, por lo que sufrió varios años de retraso que conllevaron que no se inaugurará hasta bien pasada la capitalidad cultural.
Lo primero que llama la atención cuando estás ante el imponente edificio es su estructura exterior, parece que estemos ante una gran caja de zapatos con las esquinas recortadas. Lo segundo es que su entrada es totalmente libre fuera de las funciones al público, te dejan escudriñar a tu aire todos los escondrijos que esta maravillosa caja contiene sin límite de tiempo. Si tienes suerte, hasta puedes asistir a un ensayo de alguna de las orquestas.
Mis recuerdos más vivos son las formas trapezoides inclinadas, las escaleras que continuaban hacia la pared como una burla visual, las estancias de vidrio transparente y ondulado que dejan ver el exterior y pasar la luz, así como los vivos colores de las diferentes estancias. Todo en el interior sorprende y es a su vez armonioso, como un todo integrado. Curiosa también la sala cibernética acústica, forrada de miles de triángulos de esponja turquesa, en la que puedes componer tus propias melodías con unos ordenadores que hay instalados para ello. En la sala que servía de acceso a la parte de arriba donde estaba el restaurante (véase en la imagen tomada desde el exterior, el homenaje a la cerámica tradicional portuguesa que realizó Koolhaas con las paredes y el techo) hay colgados micrófonos que al pasar por ellos emiten una inquietante melodía que podéis escuchar en la grabación que os dejo aquí. Ver, tocar y oír, varios sentidos interactúan en la Casa da Música.
En resumidas cuentas, que si vais a Oporto y sois amantes de la arquitectura contemporánea no dudéis en visitar este edificio. Si además os coincide con algún espectáculo de vuestro agrado ni lo penséis, a mí fue lo que me faltó para culminar la visita.
Y por último, no dejéis de ir a su bar lounge con su super larguíiiiisima barra. ¿Dije sólo ver, tocar y oír? Pues ya veis, también se pueden fomentar otros sentidos más lúdicos.
Regina Spektor - Music box
Regina Spektor es una cantante estadounidense de origen ruso. Desde pequeña comenzó a tocar el piano gracias al amor por la música que le trasmiten sus padres. Su estilo es ecléctico y muy personal gracias a los registros de su inusual voz. Se dio a conocer al gran público como telonera de The Strokes. El tema de la entrada pertenece a su LP “Begin to Hope” (2006). En el 2009 ha publicado su cuarto álbum “Far”.