"Sitios de padres", qué gran concepto. ¿Os lo explico? Veréis, ese es el nombre con el que suelo denominar a esos sitios para comer donde mis padres y sus coetáneos entrarían sin pestañear. Sitios de tradición, de comida casera y sin florituras, de recio abolengo en algunos casos, con chaqueta y corbata, perlas y cardados imposibles; y otras más informales, de gentes del campo, de cazadores y viajeros de paso... No os defraudarán en lo que al paladar se refiere. Suelen localizarse mayormente en las zonas rurales, al menos es donde los encuentro más auténticos. Me encanta salir de la ciudad y explorar los pueblos, se encuentran verdaderas joyas en todos los sentidos.
Y he aquí que hoy vengo a hablaros de uno de esos sitios de padres que tengo entre mis favoritos en la provincia de Sevilla, el Bar Restaurante Agredano en la Puebla de los Infantes, en las estribaciones de la Sierra Norte, la franja sevillana de Sierra Morena. Un pequeño y bonito pueblo que esconde varias joyas, como el lavadero antiguo de piedra conservado prácticamente intacto, o su precioso entorno en un valle rodeado de verdes montañas y con la enorme laguna que forma el agua retenida del embalse de José Torán. El camino para llegar hasta él es, en otoño, invierno y primavera, un disfrute para los sentidos: verde y más verde y agua, mucha agua. A mí me gusta desde Sevilla tomar la carretera que va uniendo las poblaciones de Villaverde del Río, Cantillana, Alcolea del Río... hasta llegar a Lora del Río. Para desde allí coger la que sube a la Ermita de Setefilla (SE-146), que continua hasta la Puebla de los Infantes. Recomiendo aflojar el pie del acelerador y disfrutar de cada curva y el paisaje.
En Agredano tienen variadas y suculentas especialidades: las carnes ibéricas y de caza, la casquería en todos sus formatos y cocciones, el revuelto de tagarninas, y la estrella estelar, el faisán. Pero ojo amigos, no confundir con la colorida ave, pues me refiero al hongo que responde al nombre científico de Leccinum lepidum y que los caprichos del lenguaje popular le dieron aquel nombre. Para los incrédulos pinchen en el enlace de su nombre latino.
Estamos en las inmediaciones de la sierra y es normal que estas sean las viandas que encontremos en este lugar. Pero aparte de la excelente materia prima, detrás hay unas maravillosas cocineras que dan el justo sabor y punto a todos los platos. En mi última visita disfruté de un pastel de berenjenas con un ligero toque de naranja y canela realmente espectacular. La cocina es sencilla y sabrosa, nunca me ha decepcionado un plato. Tampoco hay que olvidarse de los postre caseros de toda la vida, hechos con mucho amor: arroz con leche, natillas, leche frita, torrijas...
Siempre me resulta muy curioso encontrar este recorte de la prensa francesa en las paredes de Agredano, bajo el título de "El festival del sabor" y con la imagen de dos de sus cocineras. Disculpen la mala fotografía que pueden visionar en este link (el cristal que la protegía hacía imposible ejecutarla sin reflejos), pero creo que es un gran testimonio de apoyo a mi entrada aunque haya obviado el texto. Me pregunto, cómo habrá llegado hasta este pequeño y remoto lugar un crítico gastronómico francés...? Misterios tiene la vida.
Y vosotros os preguntaréis, y cómo es que Delikat ha dado con este lugar, ¿qué se le ha perdido por la Puebla de los Infantes? Pues bien, os desvelo el secreto. Tengo un buen amigo que tiene una hermosa finca por los alrededores, donde he pasado muchos y muy buenos momentos. Gracias a él descubrí hace bastantes años toda la zona, el pueblo y el restaurante. Y no podría hablar de mi caro amigo Enrique sin mencionar, ya que estamos hablando de asuntos gastronómicos mayormente, no solo sus habilidades para hacer un arroz en un santiamén, con un manojo de espárragos salvajes recién cogidos (de chuparse los dedos), sino sobre todo de su preciosa cocina.
Siempre me resulta muy curioso encontrar este recorte de la prensa francesa en las paredes de Agredano, bajo el título de "El festival del sabor" y con la imagen de dos de sus cocineras. Disculpen la mala fotografía que pueden visionar en este link (el cristal que la protegía hacía imposible ejecutarla sin reflejos), pero creo que es un gran testimonio de apoyo a mi entrada aunque haya obviado el texto. Me pregunto, cómo habrá llegado hasta este pequeño y remoto lugar un crítico gastronómico francés...? Misterios tiene la vida.
Y vosotros os preguntaréis, y cómo es que Delikat ha dado con este lugar, ¿qué se le ha perdido por la Puebla de los Infantes? Pues bien, os desvelo el secreto. Tengo un buen amigo que tiene una hermosa finca por los alrededores, donde he pasado muchos y muy buenos momentos. Gracias a él descubrí hace bastantes años toda la zona, el pueblo y el restaurante. Y no podría hablar de mi caro amigo Enrique sin mencionar, ya que estamos hablando de asuntos gastronómicos mayormente, no solo sus habilidades para hacer un arroz en un santiamén, con un manojo de espárragos salvajes recién cogidos (de chuparse los dedos), sino sobre todo de su preciosa cocina.
Observen amigos, cada objeto es en sí una delicia: esa heladera antigua usada de pequeño almacenaje, el peso de metal, los fregaderos de piedra, los medidores de cereal en cobre que se trajo de Inglaterra, los grandes peroles de hierro colgados... Toda la finca es hermosa, pero mi ojito derecho es esta cocina, me quedo embobada mirando cada pieza, estoy segura de que muchos de vosotros también.
Y ya sin más me despido, esperando haberos animado por si algún día estáis de paso o vivís por la provincia y os aventuréis a explorar este pequeño rincón del mundo. Eso sí, la cocina de mi amigo está vetada al gran público, siempre habrá privilegios...
Y ya sin más me despido, esperando haberos animado por si algún día estáis de paso o vivís por la provincia y os aventuréis a explorar este pequeño rincón del mundo. Eso sí, la cocina de mi amigo está vetada al gran público, siempre habrá privilegios...